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¿Cuál es el significado del símbolo de la Rosa-Cruz? ¿Tiene alguna connotación religiosa?
Regularmente llegan a la Gran Logia consultas sobre el origen del símbolo de la Rosa-Cruz, preguntando si tiene connotaciones religiosas, por lo que me gustaría poder tratar este tema en el Blog.Históricamente, el símbolo de la Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz es una Rosa-Cruz. Como su propio nombre indica, este símbolo está compuesto por una cruz dorada de estilo latino con una rosa roja en su centro. Debido a que la cruz es asociada por muchas personas al cristianismo, piensan erróneamente que la AMORC es un movimiento de connotación religiosa cristiana. Pero esto no es el caso en absoluto. La educación que ofrece a sus miembros es filosófica y espiritual, pero no religiosa. Por esta razón podemos encontrar entre ellos no sólo a cristianos, sino también a judíos, musulmanes, budistas, etc., e incluso a aquellos que no siguen ninguna religión en particular.
Sobre el símbolo de la cruz, me parece útil recordar que no siempre ha sido el emblema del cristianismo. De hecho, el símbolo de los primeros cristianos era un pez, designado en latín bajo el nombre de ichtus. Al parecer, hubo dos razones que motivaron esta decisión: en primer lugar una exotérica, ya que de hecho el mismo Jesús se presentó como un “pescador de hombres”. En segundo lugar una esotérica, que estaba vinculada al hecho de que su nacimiento coincidió con el comienzo de la Era de Piscis. Como los textos de archivo evidencian, no fue hasta el siglo IV, en el Concilio de Nicea, que los responsables del cristianismo tomaron la decisión de adoptar la cruz como símbolo, con el fin de resaltar la crucifixión de Cristo y los sufrimientos que soportó, para de acuerdo con la doctrina cristiana, redimir al mundo.
Tal como se utiliza en la Orden Rosacruz AMORC, la cruz representa el cuerpo físico del ser humano, a imagen de la forma que adoptamos, cuando estamos con los brazos extendidos horizontalmente y las piernas juntas una contra otra. Esto es válido para cualquier persona, independientemente de su género, raza, nacionalidad, condición social o cualquier otro elemento aparentemente distintivo. Desde esta perspectiva, la cruz es un símbolo que pertenece a la tradición universal. Además, la cruz es dorada porque este color representa un material sublimado, como el oro que los alquimistas intentaban producir en su laboratorio. En cuanto a los doce lóbulos que aparecen en los extremos de la cruz, representan los doce grados de las enseñanzas de nuestra Orden.
La rosa, a su vez, simboliza el alma humana en proceso de evolución. En algunas ilustraciones aparece con cinco pétalos (los cuatro elementos y la quintaesencia) o siete (los siete metales alquímicos, y los siete planetas de la Tradición esotérica occidental). Sin embargo, en términos absolutos, sus pétalos representan las virtudes que es necesario desarrollar para alcanzar un estado de sabiduría, como por ejemplo: la humildad, la integridad, la bondad, la compasión, etc. Si es de color rojo, es porque es el color del amor, considerada como la virtud de las virtudes, que todo Rosacruz trabaja para despertar durante su existencia. También representa el color del espíritu, en el sentido de la “inteligencia del corazón”.
Por lo tanto, para los miembros de la AMORC el símbolo de la Rosa-Cruz representa la dualidad de todo ser humano, es decir, que es cuerpo y alma, lo que implica tener una visión espiritual de la vida. Ya que no tiene ningún carácter religioso y está compuesto por elementos universales, es fácil que cada miembro pueda adoptar este símbolo, sin abandonar los símbolos propios de su religión, si es que sigue alguna.
Espero que estas explicaciones ayuden a comprender a muchas personas que la Orden Rosacruz AMORC es un movimiento iniciático, filosófico y espiritual, que no tiene ninguna connotación religiosa y que promulga una filosofía universal basada en el conocimiento de una tradición ancestral, cuyo objetivo final es ayudar al ser humano a elevar su consciencia y expresar lo mejor que lleva dentro.
Tags: orden rosacruz, Rosa-Cruz, rosacruces, simbolismo, símbolos
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¿Es posible construir un mundo en el que el ideal de la Paz se manifieste plenamente?
Ya
que estamos en unas fechas en las que frecuentemente nos deseamos la
paz unos a otros, me gustaría dedicar estas líneas a una reflexión sobre
la guerra y la paz.
Desde que el mundo es mundo, los hombres se han matado entre sí por distintas razones: políticas, económicas, religiosas, geopolíticas, etc. De manera general, se han llevado a cabo guerras para apoderarse de la propiedad de los demás o para imponer por la fuerza una manera concreta de vivir o de pensar. Además, todas las guerras tienen en común que han sido desencadenadas por algunos individuos a expensas de poblaciones enteras. Y hasta hace muy poco los que luchaban eran reclutados obligatoriamente, no teniendo más remedio que matar o morir. Por otra parte, todo el mundo sabe la suerte que estaba reservada a los desertores. Si observamos la historia, podemos observar que el ser humano siempre ha encontrado razones “válidas” para hacer la guerra.
A priori, se podría pensar que las cosas no han evolucionado positivamente en este aspecto. Sin embargo, un estudio reciente muestra que más allá de las apariencias, hoy en día hay muchas menos guerras que en el pasado, incluso reciente. Si tenemos la impresión de que hay muchos conflictos armados, es porque los medios de comunicación muchas veces los destacan, e incluso a veces los escenifican. Somos muchos, cada vez más, los que pensamos que esta puesta en escena por su parte aporta poco en términos de información y sin embargo ayuda a trivializar la guerra, alimentando su aspecto más violento e inhumano. Pero evidentemente llena columnas en los periódicos y ocupa tiempo de emisión en la radio y la televisión…
Hay otro hecho que pone de manifiesto que las conciencias ha evolucionado positivamente en la relación que tenemos con la guerra. Hoy en día, y como todos sabemos, en algunos países se envían cascos azules para evitar que la gente siga matándose entre sí. Del mismo modo, existen misiones militares que en algunos casos han acabado con ciertas dictaduras. Es cierto que muchas veces esto posee otros objetivos encubiertos; ciertamente, a veces hay un “doble rasero”. Pero es innegable que la guerra y la esclavitud de los pueblos en general, ya no dejan indiferentes a nadie.
No obstante, como seres humanos que intentan evolucionar debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué podemos hacer para que haya menos guerras, o incluso ninguna? Sin ninguna duda hay que fortalecer los intercambios y la cooperación entre todos los países; mejorar la distribución de los recursos naturales y los productos de la economía; asegurarse de que todos los seres humanos disfruten de sus derechos legítimos y puedan vivir dignamente en el plano material, etc. En otras palabras, poner fin a las causas sociales, políticas, económicas y de otro tipo que conducen a los pueblos y las naciones a atacarse mutuamente. Pero sobre todo, debemos crear tanto en nosotros mismos como en la sociedad una cultura de la paz, algo que el famoso artista y rosacruz Nicolás Roerich había tratado de hacer a principios del siglo XX. En este orden de ideas, la Orden Rosacruz AMORC publicó hace algún tiempo un texto titulado Contribución Rosacruz a la Paz, que sin duda recomiendo leer.
No se puede mencionar la guerra, sin hablar de lo que la hace tan mortífera: las armas. Si ningún científico, ningún ingeniero, ningún técnico ni ningún fabricante quisiera utilizar su inteligencia y su conocimiento para fabricarlas, por no hablar de aquellos que comercian con ellas y las promocionan, es obvio que el problema sería del todo diferente. Por desgracia, la inconsciencia de algunos y la codicia de otros hacen que la industria armamentística sigua hoy creciendo. ¿Para cuando un decreto internacional que prohíba la fabricación y la venta de armas? Es difícil decirlo, pero es obvio que es fundamentalmente en la conciencia humana donde debe florecer en primer lugar el ideal de la Paz, y desde ahí extenderse hacia la sociedad entera. Entonces ya no hará falta ninguna legislación externa que prohíba la guerra, porque será la paz la que reine en el interior y el exterior del ser humano.
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¿Es posible construir un mundo en el que el ideal de la Paz se manifieste plenamente?
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la guerra y la paz.Desde que el mundo es mundo, los hombres se han matado entre sí por distintas razones: políticas, económicas, religiosas, geopolíticas, etc. De manera general, se han llevado a cabo guerras para apoderarse de la propiedad de los demás o para imponer por la fuerza una manera concreta de vivir o de pensar. Además, todas las guerras tienen en común que han sido desencadenadas por algunos individuos a expensas de poblaciones enteras. Y hasta hace muy poco los que luchaban eran reclutados obligatoriamente, no teniendo más remedio que matar o morir. Por otra parte, todo el mundo sabe la suerte que estaba reservada a los desertores. Si observamos la historia, podemos observar que el ser humano siempre ha encontrado razones “válidas” para hacer la guerra.
A priori, se podría pensar que las cosas no han evolucionado positivamente en este aspecto. Sin embargo, un estudio reciente muestra que más allá de las apariencias, hoy en día hay muchas menos guerras que en el pasado, incluso reciente. Si tenemos la impresión de que hay muchos conflictos armados, es porque los medios de comunicación muchas veces los destacan, e incluso a veces los escenifican. Somos muchos, cada vez más, los que pensamos que esta puesta en escena por su parte aporta poco en términos de información y sin embargo ayuda a trivializar la guerra, alimentando su aspecto más violento e inhumano. Pero evidentemente llena columnas en los periódicos y ocupa tiempo de emisión en la radio y la televisión…
Hay otro hecho que pone de manifiesto que las conciencias ha evolucionado positivamente en la relación que tenemos con la guerra. Hoy en día, y como todos sabemos, en algunos países se envían cascos azules para evitar que la gente siga matándose entre sí. Del mismo modo, existen misiones militares que en algunos casos han acabado con ciertas dictaduras. Es cierto que muchas veces esto posee otros objetivos encubiertos; ciertamente, a veces hay un “doble rasero”. Pero es innegable que la guerra y la esclavitud de los pueblos en general, ya no dejan indiferentes a nadie.
No obstante, como seres humanos que intentan evolucionar debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué podemos hacer para que haya menos guerras, o incluso ninguna? Sin ninguna duda hay que fortalecer los intercambios y la cooperación entre todos los países; mejorar la distribución de los recursos naturales y los productos de la economía; asegurarse de que todos los seres humanos disfruten de sus derechos legítimos y puedan vivir dignamente en el plano material, etc. En otras palabras, poner fin a las causas sociales, políticas, económicas y de otro tipo que conducen a los pueblos y las naciones a atacarse mutuamente. Pero sobre todo, debemos crear tanto en nosotros mismos como en la sociedad una cultura de la paz, algo que el famoso artista y rosacruz Nicolás Roerich había tratado de hacer a principios del siglo XX. En este orden de ideas, la Orden Rosacruz AMORC publicó hace algún tiempo un texto titulado Contribución Rosacruz a la Paz, que sin duda recomiendo leer.
No se puede mencionar la guerra, sin hablar de lo que la hace tan mortífera: las armas. Si ningún científico, ningún ingeniero, ningún técnico ni ningún fabricante quisiera utilizar su inteligencia y su conocimiento para fabricarlas, por no hablar de aquellos que comercian con ellas y las promocionan, es obvio que el problema sería del todo diferente. Por desgracia, la inconsciencia de algunos y la codicia de otros hacen que la industria armamentística sigua hoy creciendo. ¿Para cuando un decreto internacional que prohíba la fabricación y la venta de armas? Es difícil decirlo, pero es obvio que es fundamentalmente en la conciencia humana donde debe florecer en primer lugar el ideal de la Paz, y desde ahí extenderse hacia la sociedad entera. Entonces ya no hará falta ninguna legislación externa que prohíba la guerra, porque será la paz la que reine en el interior y el exterior del ser humano.
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