* * *
Ramtha
Conquístate
a ti mismo.
Para obtener aquello que se llama sabiduría interior tienes que volverte humilde y mirar quién eres —no lo que te dice el espejo, sino quién eres tú— y ver lo que está dentro de ti, el sublime Dios individual.
Para obtener aquello que se llama sabiduría interior tienes que volverte humilde y mirar quién eres —no lo que te dice el espejo, sino quién eres tú— y ver lo que está dentro de ti, el sublime Dios individual.
Y,
tienes que dejar de tener prisionero al Yo.
Todos
vosotros lo hacéis, con excepción de una entidad en este salón, una
entidad.
¿Sabes lo que es una prisión?
Puedo manifestarte un calabozo, o
dos, para que puedas entender lo que la verdad siente cuando está tras
las rejas, y las ratas comen a tus pies, y los
piojos se mueven en tu cabeza, y los gusanos salen del hedor de tu
excremento.
Eres prisionero de ti mismo, así como yo lo fui.
Eres prisionero de ti mismo, así como yo lo fui.
Porque, aunque el deseo
de dominar, de donde yo procedo, estaba ahí, yo no entendía la carne, el
pensamiento coagulado y sus necesidades, deseos, ni su conciencia en un
plano de existencia más bajo.
Yo, no sabía,
qué supondría eso.
De modo que, terminé, en medio de un gran conflicto, y,
en una época grandiosa y terrible en vuestro tiempo, todo pasado, en el
cual las cosas tenian que enderezarse en conciencia y dentro del Yo.
¿Sabes cómo encelas tu verdad?
No sabes quién
eres.
Yo fui un lémur hediondo, desalmado.
¿Sabes quién eres tú?
¿Conoces la virtud que está dentro de ti?
¿Sabes qué viniste a hacer
aquí?
Todas las culpas de tu vida las colocas sobre los hombros de
otros, todos lo habéis hecho. Todos los demás son responsables
de tu infelicidad.
Eso es un gran disparate, pero es también un gran
aprendizaje.
Cuando sepas quién eres
Cuando sepas quién eres
—en mi vida necesité 63 años para aprenderlo—
te
mirarás a ti mismo y sabrás, rápidamente, quién ha creado todos los
destinos que has vivido por elección propia.
Y toda la infelicidad es
cuestión de elección propia, así como la felicidad.
Pero, lo elegiste tú, y nadie más.
Cuando tengas la humildad de mirarte a
ti mismo, de sentirte, y de preguntarte por qué, y, luego decir: «Sé por
qué», y, puedas razonar con el Yo, entonces, le habrás quitado las barras
de la prisión a la verdad, que es el pájaro
que se eleva en un cielo llamado felicidad, virtud, unidad y paz.
Durante la última parte de mis 63 años de iluminación, yo dormí bien.
Dormí bien, porque era un hombre pacífico.
Dormí bien, porque era un hombre pacífico.
Había llegado a un acuerdo con
todas las cosas, había hecho la paz con todas las cosas, y, aprendí a
amar, respetar y admirar a mis mejores adversarios, porque, yo, constituía
su amenaza.
Aprendí a amarlos, porque, aprendí
a amar la elegancia, llamada Ramtha, en verdad.
Tu vida es vida, tras vida, tras vida.
Tu vida es vida, tras vida, tras vida.
En una vida se pueden vivir un
millón de años.
¿Sabes por qué te toma tanto, tantas vidas?
Por tu
incapacidad de mirar quién eres.
Juzgas a otro, y un día, en verdad,
decidirás vivir el juicio que has expresado, será por
tu propio bien, para que comprendas mejor a otros, a través del medio
llamado el Yo.
Pero, en su mayor parte, has aprendido sólo una cosa en
cada una de tus vidas.
Has sido muy lento para acelerar la sabiduría
interior, porque te has negado a mirar quién lo
ha creado;
te has negado.
Bueno, puedo decir, entidad, que has sido toda entidad concebible que haya sido creada por los genes del hombre, y la mujer.
Bueno, puedo decir, entidad, que has sido toda entidad concebible que haya sido creada por los genes del hombre, y la mujer.
Has sido todos los
colores, desde lo peor,
como un lémur, hasta lo más arrogante,
como un
atlante.
Has sido todo eso, todo.
Pero, ¿por
qué no acelerar en una vida lo que puede proclamarse en un momento, y
revelar el Yo en la compasión del alma, mirando quién eres?
Y, yo empecé a
comprender quién era Ramtha.
Y, decididamente, amaba lo que yo era, en
verdad, y me sentí muy complacido con la entidad,
así que, llegué, a ser yo.
¿Por qué?
Porque estaba en paz con el Dios
Desconocido, al que había encontrado a través de mí mismo, y, la manera
maravillosa, única, y poderosa, de crear mi destino, y, conducir a mi pueblo
a un entendimiento mayor.
Y, cuando me perdoné
a mí mismo, y comprendí por qué, lo que había hecho antes, ya no importó,
pues, ya no me atormentaba.
Ya no dolía, ya no me impulsaba a
conquistar.
Te he enseñado muy bien.
Te he enseñado muy bien.
Pero, te digo —y la mayoría de vosotros aún no
sabéis lo que estoy diciendo— que, todo lo que has sido, lo has sido con
el fin de obtener entendimiento, amor.
Cuando el hombre creó el bien y
el mal, la verdad sentenciosa, también creó
el temor, y la culpa, y la incapacidad de progresar en la vida
espiritual.
Cuando digo espiritual, hablo de toda la vida, no
simplemente de algo maravilloso de lo cual hablar en términos
filosóficos, o en ciertos días de tu semana, sino todos los días.
Entonces,
te vuelves inhibido, y te ahogas en tu propio pesar, te pierdes en tu
propio menosprecio, y, te rechaza tu propio Yo.
Te digo, que, todo lo que
has hecho en todas tus vidas, está bien.
Dios, el Padre, que es la
resonancia de esta maravillosa estructura molecular,
no te ha juzgado; no conoce el juicio, pues no conoce la perfección,
que es una limitación total.
Él, simplemente, es.
Es el estado de ser que
ama, que es todo, por sí mismo.
Y ese ser es el poder que abarca a todos vosotros que estáis aquí, a todas las gentes en todas partes.
Dios nunca te juzgó, nunca clamó para que fueras un santo o un demonio. Eso, lo hiciste tú mismo, de nuevo, por no saber quién eras.
Y ese ser es el poder que abarca a todos vosotros que estáis aquí, a todas las gentes en todas partes.
Dios nunca te juzgó, nunca clamó para que fueras un santo o un demonio. Eso, lo hiciste tú mismo, de nuevo, por no saber quién eras.
Si el Padre,
en todo lo que él es, ha encontrado mucha bondad en tu maravilloso ser, y
has obtenido, y, todavía tienes vida en este
momento que sigue, para vivir, para que rebose el Yo divino, te
aseguro, amada entidad, cuando yo te diga que eres Dios, vívelo, para que
puedas perdonar, y ver, y comprender, por qué has sido, como has sido, en
verdad.
De modo que el Dios Desconocido era todas las cosas: el crepúsculo, el pajaro nocturno y su susurro en el arbusto, el ave salvaje en su vuelo matinal de temporada, la risa de los niños, y la magia de los amantes, el color rubí del vino, y la dulzura de la miel. Es todas las cosas;
De modo que el Dios Desconocido era todas las cosas: el crepúsculo, el pajaro nocturno y su susurro en el arbusto, el ave salvaje en su vuelo matinal de temporada, la risa de los niños, y la magia de los amantes, el color rubí del vino, y la dulzura de la miel. Es todas las cosas;
todas las cosas que son perpetuas.
Yo conocí al
Dios Desconocido en todos estos endimientos.
No hubo un maestro que me
enseñara esto.
El Ram, el maestro, el conquistador, estaba dentro de mí
para comprender; fue la necesidad de comprender.
De modo que me dejaron con mi herida profunda para que me curara, me
sentara, reflexionara y pensara.
Lo único que tenía era a mí mismo, en
verdad, solo, sentado sobre una gran roca, no en una silla maravillosa
como ésta.
En medio de eso, razoné sobre el perdón,
antes de que existiera tal palabra.
Y, razoné sobre el Yo, antes de que
hubiera tal identidad.
Y, razoné sobre Dios, y el Yo como uno, para
resolver el misterio.
Lo que hice en mi vida te lo he enseñado elocuentemente, y lo he manifestado valientemente en tu vida para que tuvieras la oportunidad de mostrar el mismo deseo de ser humilde para ver quién eres.
Lo que hice en mi vida te lo he enseñado elocuentemente, y lo he manifestado valientemente en tu vida para que tuvieras la oportunidad de mostrar el mismo deseo de ser humilde para ver quién eres.
Y, para todos
aquellos de vosotros que todavía cierran los ojos,
yo no puedo enseñarle a la única imposibilidad que pueda existir: una
mente cerrada.
Ellos ni oyen ni perciben, porque pone en peligro su
verdad encerrada que les proporciona seguridad.
Tú,
¿cómo te conoces a
ti mismo?
Como la paloma que está en la prisión.
Perdónate a ti mismo.
El Padre siempre te ha perdonado;
ha comprendido.
Contempla quién eres; contémplalo.
Contempla quién eres; contémplalo.
Contempla tu ira;
¿por qué estás
furioso?
Contempla tus celos;
¿por qué eres celoso?
Contempla tu
envidia;
¿por qué eres envidioso?
Contempla tus inseguridades, y, entiende
por qué.
Contempla tus juicios;
¿por qué juzgas?
Contempla
tu crueldad; ¿por qué no eres compasivo?
Y, contempla tu risa; ¿dónde
está?
Reflexiona sobre todo esto que te he contado.
No tienes la
paciencia para aguantar 63 años, puesto que eres muy veloz. La
impaciencia es desdeñosa.
Ahora, la necesitas totalmente.
Pero, en mi vida, esa fue mi vida.
Pero, en mi vida, esa fue mi vida.
Y, eso, me hizo ser quien soy, para ti, en
esta hora, y ha conservado la personalidad del Yo llamado Ramtha, el
Grande, para que el conocimiento infinito de Dios pudiera salir desde
este recipiente establecido y enseñarte en términos
familiares.
Si quieres ser como yo soy, piensa como yo pienso.
Si quieres ser como yo soy, piensa como yo pienso.
Y, hazlo aplicable a
todas tus costumbres, y ceremonias, no importa cuáles sean, pero hazlo.
RAMTHA
Extracto de GUÍA DEL INICIADO PARA CREAR LA REALIDAD
ANTERIOR Ramtha - No tuve más profesores que la naturaleza.
RAMTHA
Extracto de GUÍA DEL INICIADO PARA CREAR LA REALIDAD
ANTERIOR Ramtha - No tuve más profesores que la naturaleza.
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